El gres porcelánico es un pavimento que se adapta perfectamente a la decoración del resto de la vivienda debido a su amplia variedad de colores y estilos disponibles, pero también su resistencia y su fácil mantenimiento.
Estos suelos están especialmente recomendados para familias con hijos pequeños o mascotas, para despreocuparse de las manchas. En zonas frías vienen bien los tonos color madera o la imitación a este material. Si lo deseas, también puedes colocar una alfombra sobre el pavimento.
¿Qué es el gres porcelánico?
Este material es un tipo de baldosa que ofrece baja absorción al agua, se prensa en seco, se somete a un único proceso de cocción a altas temperaturas y está elaborado a partir de minerales, feldespato o arcilla. En el proceso de fabricación no es añaden colas ni resinas, es muy resistente a los agentes externos y es impermeable a ácidos, suciedad y hielo. A su vez, es muy antideslizante y resiste las abrasiones y el fuego.
Por sus características resulta perfecto en ambientes interiores y exteriores. Soporta muy bien el tránsito de personas y es habitual encontrarlo en cocinas, terrazas y baños. En las cocinas es recomendable optar por baldosas finas, para que la limpieza sea más cómoda.
Gres normal o gres porcelánico
La principal diferencia entre el gres normal y el porcelánico es que el segundo solo se somete a un proceso de cocción. Esto lo convierte en un material más resistente y compacto. Además, el porcelánico es capaz de imitar otros materiales: madera, mármol, granito.
El aspecto diferencial del gres normal es que es más económico. De este modo, si el presupuesto es ajustado, una opción es decantarse por el gres porcelánico en aquellas estancias que requieran más aislamiento, absorción de la humedad y sean más tendientes a ensuciarse, como la cocina y el baño.