Si el cuarto de baño fuera solo un espacio para la higiene no existirían exquisitos acabados en mármol, cemento o madera. No se configurarían espacios multicolor o con estampados que ofrecen carácter.
El cuarto de baño es ese último remanso de paz, el más íntimo, el más impenetrable cuando se necesitan unos minutos que dedicarse a sí mismo, y cuando el resto de estancias de la casa, por la actividad familiar, no aportan lo que se está buscando.
Reformas en el cuarto de baño
Antes de proceder, hay que tener claro cuál es motivo principal por el que se hace la obra, qué hacer y cuánto hay de presupuesto. Profesionales como los de Pepe Matega e hijos pueden asesorar a tal efecto, por lo que conviene ponerse en sus manos.
Los cambios de más calado afectarán al revestimiento, siendo el azulejo el material más utilizado. En la actualidad, el catálogo de diseños va desde lo más minimalista y elegante a lo más extravagante, aunque lo ideal es hacerse con uno que no pase de moda y que, por supuesto, resulte de suma utilidad en el espacio: fácil limpieza, resistencia a agentes agresivos como los desinfectantes o a la humedad… Ayuda el escoger un estilo (como el rústico o el moderno) para elegir materiales y enseres decorativos acordes al mismo.
En todo caso, la reforma más habitual en el cuarto de baño es la que cambia la bañera por un plato de ducha. Una opción intermedia y que repercutirá en bienestar son las cabinas de hidromasaje.
Cambios leves pero que importan mucho
Si no hay presupuesto para acometer cambios de más calado, se puede postergar el momento haciendo cambios en la distribución. Es hora de hacer limpiza y deshacerse de aquello que no se utilice, y aprovechar bien el espacio con lo justo para que no aparezca demasiado abarrotado.
Conviene también invertir en elementos que sumen bienestar como las sales de baño, que ayudan a exfoliar y purificar la piel, y que tienen un efecto relajante. Mejor aún si se acompañan con esencias aromáticas.